ADOPCIÓN Y SEGUNDAS PARTES
El mundo del cine está repleto de segundas partes. Quienes contamos con unos años a cuestas, hemos crecido no tan habituados a esta nueva moda de dibujos y películas en las que tras el the end cabe la posibilidad de insertar unos puntos suspensivos.
Lejos de resultar una locura, desde el Centro Hobetzen nos planteamos que esta alternativa de desenlaces abiertos, puede incluso resultar más acorde y adaptada a los procesos de la vida real, y a los que compartimos en el sistema familiar en particular.
Por ello, queremos dar continuidad al post compartido hace unas semanas, donde abarcábamos el choque de realidades que supone conformar un sistema familiar a través de un proceso de adopción.
APEGO Y VÍNCULO: ESAS PALABREJAS TAN IMPORTANTES
Madres y padres habréis oído hablar del apego o vínculo afectivo que establecen los bebes con una figura de referencia, habitualmente la madre. Esta relación los primeros años de vida determinará la estimulación y el grado de confianza del bebe para ir adquiriendo nuevas capacidades en su desarrollo.
Por lo general, la conducta de apego en un lazo afectivo que se genera de manera bidireccional: las señales que los hijos/as emiten (llanto, sonrisa, etc.) encuentran respuesta en vosotros/as, referentes y cuidadores que fortaleceréis esa vía de comunicación tan especial, contribuyendo a un buen funcionamiento futuro del cerebro del niño/a.
Sin embargo, vuestros hijos e hijas que han protagonizado un proceso de adopción, extrañamente han recibido en sus orígenes las suficientes respuestas a sus conductas de apego como para poder establecer una relación segura. Esta laguna emocional, provoca unas determinadas huellas afectivas en el niño/a que quedarán grabadas en su mente, en un apartado de la memoria tan especial que, incluso sin recordar los hechos concretos que los originaron, les permite conectar con el sentir de la vivencia pasada (no siempre positiva).
LA FAMILIA ADOPTANTE
La formación de vínculo con niños/as adoptados/as resulta por tanto más complicada de lo normal ya que carece de esa bidireccionalidad que adelantábamos.
Las madres y padres que hayáis pasado por este proceso conoceréis bien uno de los elementos que dificulta este hecho. Los procesos de adopción suelen ser largos y no exentos de contratiempos, expectativas, reajustes en la ilusión por ser padre/madre y sobre todo ganas de ver concluido satisfactoriamente el proceso adoptivo.
“Para aprender a querer nos tienen que haber querido primero, ya que el afecto nutre tanto o más que la comida”.
Mucho antes de conocerles, ya tenéis en vuestra cabeza un imaginario psicológico en el que el/la hijo/a forma parte; habéis empezado a construir un vínculo de cariño importante pudiendo llegar a afirmar que incluso ya les queréis.
Pero dicho vínculo no es recíproco. Por duro que suene, de momento sois unos desconocidos que aunque deseéis ofrecerles mejores circunstancias, no dejan de sacarles de su entorno conocido. Puede ocurrir además que, el hecho de haber vinculado previamente con algún familiar biológico o cuidador previo, sea motivo para expresar mucha rabia contra vosotros/as, convirtiéndoos en un primer momento y durante el periodo posterior de adaptación en la pantalla sobre la que proyectar su sufrimiento.
EN LOS ORÍGENES ESTÁ LA CLAVE
El adolescente adoptado pasa por la misma crisis de identidad y sentimientos que toda persona adolescente, sumándole las experiencias vividas en relación a su adopción y su origen distinto. Cómo entendáis y atendáis sus necesidades va a proporcionarles una base más o menos sólida con la que afrontar el tránsito por esa no tan sencilla etapa.
Durante la adolescencia se reorganizan dos grandes aspectos: los físicos y los psíquicos, ambos ampliamente interrelacionados.
La persona adolescente que ha sido adoptada crece y se desarrolla poniendo de relieve lo que tiene en él de sus padres biológicos (a quién me parezco, de quién he sacado esta característica…) y de sus padres adoptivos (quién soy realmente, cómo me percibe el resto de personas, qué trato recibo, qué siento como propio y qué es ajeno a pesar de formar parte de mí…)
Esos sentimientos dispares, llenos de confusión e incertidumbre respecto a la persona en la que se acabarán convirtiendo, generan que el espejo les devuelva un concepto de ellos/as mismos/as determinado por:
- Baja autoestima y falta de confianza en sus capacidades.
- Visión crítica del mundo y de las personas con las que tienen relación.
- Percepción de la vida como algo temeroso a lo que paradójicamente, muchas veces hacen frente con conductas que ponen en riesgo su salud física o mental.
Consecuentemente se produce en vuestros/as hijos/as un profundo sufrimiento bajo interrogantes como ¿quién soy yo?“¿a quién debo querer?, ¿por qué unos me quieren y otros no?, ¿si digo lo que siento estaré traicionando a alguna de las partes?”
Todas estas preguntas conducen a lo que se conoce como conflicto de lealtades: la persona adolescente queda atrapado entre dos vidas y protagonistas diferentes donde, ser equitativo en afectos, implicación o incluso respeto, resulta complicado. Mención aparte tienen aquellos casos en los que las diferencias genéticas o de raza añaden aún mayor intensidad a la vivencia interna y a las dificultades de sentirse integrados/as en el seno de la familia, colegio o sociedad.
DUELOS QUE ATRAVESARÉIS PARA LLEGAR AL FINAL DEL TUNEL
Uno de los factores específicos que incide en la construcción de la identidad de la persona adolescente adoptada es la elaboración del abandono y otros duelos derivados que haya sufrido: rechazo, pérdida de referencias o miembros de la familia, nacionalidad…
Resulta un paso casi indispensable para reafirmar la pertenencia a su actual familia y sentir las experiencias derivadas de la convivencia como verdaderas. El proceso de duelo puede ser más o menos lento e implicará por parte de vosotras/os personas referentes, mucha paciencia canalizada en una posición de acompañamiento y apoyo desde un plano cercano pero no directivo.
Sin embargo, no queremos dejar de lado tampoco la importancia de cuidar vuestras heridas que en todo este proceso permanecerán más o menos abiertas o cicatrizadas. Nos referimos a los duelos por el/la hijo/a biológico/a que no tendréis, baja autoestima o tristeza derivadas de la renuncia, irritabilidad, rabia por la comparación con otras familias… factores proclives a aparecer tanto a nivel individual como en pareja.
Desde el Centro Hobetzen, creemos en la necesidad de trabajar los sentimientos que subyacen a un proceso de adopción para prevenir el trasladar un papel a vuestro/a hijo/a cuyo cumplimiento o falta del mismo, ponga en riesgo la relación y provoque un auténtico conflicto que derive en una ruptura familiar.
PASO A PASO
Para finalizar queremos compartir con vosotros/as algunas pautas que consideramos clave para establecer un buen vínculo filioparental y evitar llegar a situaciones de conflicto en las que el sufrimiento se instaura como un miembro más de la familia.
- Capacidad de comprensión y reparación: la inquietud acerca de sus orígenes y su familia biológica están asociados a altos niveles de conductas externalizantes problemáticas (golpes, gritos, alta impulsividad…) en la persona adolescente.
- Hablar: va a necesitar entender y entenderse para poder aceptarse y aceptar así sus orígenes como su familia adoptiva. Esto implica tanto escuchar activamente como ayudarles a poner palabras a sus emociones.
- Evitar intensificar el miedo a un nuevo abandono: señalar la conducta no la persona, ni amenazar con “devolverle” o expresar el impacto negativo de su presencia en vuestras vidas.
- Atender al resto de aspectos que se puedan ver implicados de manera indirecta: trastornos del desarrollo físico, afectivo y/o mental.
- No tratar de sacarle de los momentos de crisis a toda costa minusvalorando la intensidad de la vivencia. Os necesita cerca para afrontar los fantasmas del pasado de manera diferente a como lo ha hecho hasta ahora y poder sostener así los momentos dolorosos en su propia piel. Respetando los tiempos permitiréis que vaya elaborando los diversos duelos para llegar a entenderse y entender el mundo.
- Motivarles y devolverles una mirada amable que fortalezca la imagen que muchas veces arrastran de impotencia y percepción incapacitante de ellos/as mismos/as. De esta manera construiréis un colchón que contenga su necesidad de reconocimiento desde la violencia.
- Como tarea a revisar periódicamente, dejar espacios de contención individuales o en pareja en los que poder cimentar con razones sólidas las motivaciones que os llevaron a ser madre/padre adoptantes, reafirmando la ilusión inicial del proceso y equilibrando así la carga emocional que muchas veces no se ve pero se manifiesta de otros muchos modos.
Y finalmente, es importante recordar que, las reacciones, sensibilidad, presencia y firmeza que madres y padres mostréis a lo largo de todo el proceso pueden afianzar la filiación y proporcionar mucha seguridad a vuestros/as hijos e hijas.
Sin duda, conformar una familia a través de la vía de la adopción es un gran reto. Sin embargo, desde el Centro Hobetzen creemos plenamente en la capacidad que muchas familias tenéis para observar las cicatrices y recordar los recursos que os llevaron a sanarlas más que el dolor que las provocó.