DESMONTANDO MITOS: RECETAS MÁGICAS E INGREDIENTES SECRETOS
A menudo escuchamos que ser madre y padre es algo maravilloso y muy gratificante, y que además favorece nuestra sensación de plenitud y objetivos vitales, especialmente en el caso de las mujeres, que todavía hoy, parece que si no experimentamos la maternidad no terminamos de ser mujeres completas a ojos de la sociedad. De lo que no se habla tanto, es de lo difícil que resulta ser madre o padre las 24 horas del día los siete días de la semana…imprevistos, dificultades diversas y situaciones de nuestra rutina se agolpan y en ocasiones ponen a prueba nuestras destrezas y habilidades no sólo a la hora de resolver situaciones de manera práctica, sino, también de autorregularnos y gestionar nuestras propias emociones dando al mismo tiempo respuesta a las necesidades de nuestros hijos e hijas.
A veces, llegamos a situaciones complejas sin ser conscientes de cómo hemos llegado hasta allí, muchas de nuestras familias, explican que todo iba bien y que de repente, sin saber cómo, se encuentran en un callejón sin salida, necesitando una receta mágica para poder transportarse a otra realidad familiar o incluso retornar a los primeros años en los que no existían los problemas. Sin embargo, no existen dichas recetas, ojalá fuera tan sencillo como comprar los ingredientes, añadir las cantidades justas y cocinarlos a la temperatura señalada el tiempo indicado para poder degustar un plato delicioso.
Existen diversos factores que pueden influir y empujarnos a ese “callejón sin salida” sin a veces darnos cuenta… hoy vamos a fijarnos en uno de ellos, nuestro estilo educativo. Dependiendo de cómo tendamos a hacer las cosas desde las edades más tempranas de nuestros hijos e hijas, podemos tener más o menos probabilidades de encontrarnos dificultades en el futuro, pero claro, nadie nos enseña qué son los estilos educativos ni a mirarnos a nosotros/as mismas para saber hacia qué lado tendemos.
Sin profundizar en exceso en los aspectos más teóricos, vamos a diferencias cuatro estilos educativos básicos:
- Estilo autoritario: se caracteriza por la utilización de normas rígidas y la búsqueda de obediencia sin cuestionamiento a la autoridad materna o paterna, siendo frecuentes los castigos en caso de que hubieran conductas inadecuadas. Este estilo, favorece un escaso margen de autonomía y capacidad crítica para hijos e hijas, quienes probablemente desarrollen estrategias evitativas o incluso utilicen la mentira para poder encajar en el molde pre-establecido por madre o padre. Además no suele existir una buena comunicación entre madre-padre e hijo/a, ni una atención adecuada a las necesidades afectivas de cada etapa evolutiva.
- Estilo permisivo: se caracteriza por la inexistencia o inconsistencia de normas y límites claros así como de respuestas educativas adecuadas, permitiendo al niño o niña actuar en función de sus deseos o necesidades percibidas. Este estilo puede generar además de confusión e inseguridad en hijos e hijas, cierta dificultad a la hora de controlar sus impulsos y aceptar normas. Pueden darse situaciones en las que exista mucha comunicación y atención al estado emocional del niño o niña. Generalmente incluido en el estilo permisivo, el estilo sobreprotector, se caracteriza por la atención y cuidado excesivos hacia el o la hija, con cierta tendencia a evitar su sufrimiento y frustraciones, lo que puede derivar en un control excesivo que no permita la autonomía y favorezca la inseguridad. Asimismo, también pueden generarse un rechazo a la autoridad y necesidad de inmediatez, como se explica en el video a partir del segundo 30.
- Estilo indiferente: la comunicación es escasa y la atención al estado emocional del niño o niña no se produce, quedando así las necesidades del o la menor sin atender. De la misma manera, se caracteriza por la no existencia de un marco normativo, siendo éste es difuso, incidiendo este estilo de manera muy negativa y carencial en el desarrollo madurativo. En algunas clasificaciones también se denomina estilo negligente.
- Estilo democrático-asertivo: se caracteriza por el equilibrio de madre y padre a la hora de tomar decisiones, teniendo en cuenta las necesidades y opiniones del hijo o hija al tiempo que se establecen límites y normas fundamentales y necesarias. Este estilo favorece la contención afectiva y normativa necesaria para un desarrollo adecuado y una interacción positiva entre madre, padre e hijo o hija.
Es importante entender que nadie ofrecemos un estilo puro y perfecto, que en ocasiones podemos tomar decisiones y actuar de manera distinta, pero que por lo general, cada persona tenemos una tendencia hacia alguno de estos estilos. Asimismo, aún cuando las situaciones nos resultan fáciles o llevaderas, como las primeras etapas en las que muchas familias no identifican ninguna necesidad de establecer normas o plantearse cómo lo están haciendo, porque “todo iba bien” o “todo salía rodado” aunque hubieran algunos problemillas cotidianos, debiéramos plantearnos desde dónde partimos, sobre todo, si queremos cambiar situaciones complejas a las que no sabemos cómo hemos llegado.
Al igual que en la cocina, tener una receta no te asegura que el plato que cocines te guste, pero sí te da seguridad de que la elaboración esté bien hecha o por lo menos tener una guía. En el caso de la educación, existen ciertos ingredientes secretos en cada persona y en cada familia, que condicionan la elaboración del plato y que se vuelcan en diferentes recipientes sin llegar a ser conscientes de ello.
Por este motivo cuando surgen las dificultades es importante pausar y saber desde dónde partimos a nivel personal y familiar, con qué ingredientes, secretos o no, contamos, para poder elaborar nuestra propia receta, que sin ser mágica, nos ayude y guíe en la elaboración y resultado del plato.