EDUCAR Y CRECER COMO FAMILIA: SEGUNDAS PARTES TAMBIÉN SON BUENAS

Hace dos semanas decidimos comenzar el post vaticinando la inexistencia de una fórmula mágica que resolviera todas vuestras dudas en torno a cómo educar a vuestros hijos e hijas. No obstante, os presentábamos algunos de los ingredientes que desde Hobetzen, consideramos importantes para construir un manual acorde a vuestras propias necesidades como familia: afecto y comunicación, normas y límites y autonomía y responsabilidad.

Imaginaros ahora una paleta de pintura de cuya mezcla de colores obtenemos una amplia gama de tonos. De igual modo, la combinación en diferente proporción de dichos pilares, tendrá como resultado 4 estilos educativos desde los que ejercer la parentalidad: el AUTORITARIO, PERMISIVO, SOBREPROTECTOR y ASERTIVO.

Por ello, nos gustaría plantear esta lectura como un gps por el que guiaros en la identificación de aspectos que reflejan una determinada tendencia a la hora de ejercer vuestra labor de madres y padres, para desde la reflexión, seguir dando pasos en firme en la crianza de vuestros hijos e hijas.

DE TAL PALO… ¿TAL ASTILLA?

Recurrir al refranero popular nos facilita entender la influencia que un determinado estilo educativo tiene sobre vuestros hijos/as. Para comprenderlo mejor, utilizaremos el símil de un árbol. Tronco, raíces y ramas han de estar compensadas para que el árbol crezca firme y pueda desarrollar sus hojas. Pero si una de sus partes toma más protagonismo, el árbol puede verse debilitado o falto de sustento.

EL ESTILO AUTORITARIO:CUANDO PRIMA EL TRONCO GRUESO

Límites y normas son expuestas de forma rígida siendo vividas por vuestros hijas/os como exigencias. Incluso un control demasiado autoritario “debes hacer lo que decimos, cuando y como lo decimos” conlleva para ellos/as ser vivido como un ataque a su individualidad, no entendiendo el por qué de su imposición y dificultando así su interiorización y posterior cumplimiento.

El enfado que se genera por ambas partes hace que viváis la situación como una batalla de la que salir como vencedor o perdedor obstaculiza el dialogo de forma cariñosa. De esa manera, la atención se comienza a limitar hacia las respuestas calificadas por vosotros/as como erróneas, llevándoos a situaciones de impotencia en las que, el castigo, parece ser la única vía para atajar el problema.

Queda poco lugar para reconocer las actuaciones positivas, lo cual incide en las personas adolescentes de manera directa, percibiéndose no queridos/as. ¿Cuáles pueden ser las consecuencias? Problemas emocionales como baja autoestima, depresión, actitudes de huida o engaño, sumisión o agresividad y rebeldía por impotencia.

EL ESTILO PERMISIVO: MUCHAS RAMAS SOBRE UN QUEBRADIZO TRONCO

Desde la permisividad, aunque existe comunicación, no suele estar dirigida al establecimiento de normas. La imposición de límites se relega, a la espera de que vuestros hijos e hijas las establezcan y acaten por ellos mismos. En el hogar existirá mucha flexibilidad en aspectos como horarios, rutinas…dejándoles hacer para así evitar el conflicto.

Pero al delegar en ellos/as o en otras figuras parte de su educación y ante la ausencia en ocasiones de premios o castigos que les guíen en sus actos, las personas adolescentes van creciendo en un ambiente de indiferencia en el que, la ausencia de modelos de referencia les conduce a un estado de inseguridad e inconstancia.

La ausencia de unas pautas mínimas en su propio gps, puede tener  a largo plazo consecuencias tales como: falta de confianza en ellos/as mismos/as, baja tolerancia a la frustración al no saber respetar límites, e incluso afectación a nivel escolar, donde el bajo rendimiento les lleva a no querer esforzarse. De esta manera, los cambios de humor ante la incertidumbre son frecuentes y difíciles de comprender por quienes les rodean.

EL ESTILO SOBREPROTECTOR: RAÍCES BAJO TIERRA CON DIFICULTAD PARA SALIR

Ocurre cuando observáis a vuestros hijos/as como personas débiles, con pocas capacidades para hacer frente a las dificultades de la vida.  Ponerles límites y normas se os hace complicado, al sentir que no están prepararos, por lo que priman las concesiones, premios o justificaciones tras todos sus actos. Bajo la premisa de “yo soy responsable de todo lo que le pueda pasar a mi hijo/a” subyace un sentimiento de culpa y excesiva responsabilidad que os lleva como madres y padres a aconsejar o realizar constantes llamadas de atención sobre los peligros o riesgos en la vida.

Ante tantas facilidades de frente, las personas adolescentes generan dependencia hacia la figura que les proporciona esa guía gps tan exhaustiva, con un alto coste: es su ausencia se sienten descontrolados/as e inseguros/as, desarrollando una baja autoestima y conectando con el enfado y la frustración ante situaciones en las que creen no recibir beneficio. Desde fuera vuestros hijos/as suelen ser percibidas como egoístas o desinteresados/as, presentando incluso retraso en el aprendizaje en ocasiones.

EL ESTILO ASERTIVO: RAÍZ, TRONCO Y COPA EN IGUALDAD DE PROPORCIONES

Se ha demostrado que el estilo asertivo es el más beneficioso tanto para el desarrollo de vuestros hijos e hijas como para el vuestro como padres y madres. Desde Hobetzen creemos en su repercusión positiva en las relaciones familiares, gracias a la suma de  calidez y afecto con el establecimiento de límites y normas claras y coherentes, que supervisen el comportamiento y vayan motivándoles a desarrollarse de forma autónoma.

¿Cuáles son sus ventajas?

  • Prima el afecto: siendo más sencilla la transmisión de valores y comportamientos, ya que, en un ambiente cercano y respetuoso las personas adolescentes suelen mostrarse más receptivas. Desde el sentimiento de cariño y aceptación, contribuís a que desarrollen una buena autoestima. Pero ¡ojo con el contexto! Un “déjame en paz delante de mis amigos/as” no siempre significará un rechazo. Puede convertirse en un reto para buscar nuevas formulas de demostrarles que les queréis y apreciéis, acordes a la etapa del ciclo evolutivo en el que se encuentren.
  • Altos niveles de comunicación: os permite espacios de diálogo en donde conocer sus inquietudes e intereses ¿cómo son?, ¿qué hacen? ¿qué les motiva, preocupa, ilusiona? Y al mismo tiempo tengan  también la opción de descubrir cosas sobre esos/as “extraterrestres adultos/as” con los que conviven. Les permitís así desarrollar capacidades para la vida en sociedad: empatía, habilidades sociales, expresión de emociones etc.
  • Combinación de supervisión y control, animándoles a ser independientes, a la par que responsables de sus actos flexibilizando cual goma que se adapta a las situaciones.   
  • Presencia de normas y límites. Las 3 C “coherencia, consistencia y constancia” ayudan a la hora de establecer un marco normativo que la persona adolescente asuma y acate. El no hacer zapping constante de las normas establecidas, os da también como padres y madres  sensación de control. Ello os facilitará dar continuidad a un modelo de comportamientos y actitudes estables, predecibles e imitables por vuestros hijos e hijas.

 

MOMENTO PARA LOS “PEROS…”

Entendemos que, llegados a este punto existan dos cuestiones (o más) que generen cierta objeción a lo leído hasta el momento:

– No es fácil ser democrático o asertivo en todo momento y en toda situación.

-Qué ocurre cuando nos encontramos con dos figuras cuyos estilos educativos difieren bajo un mismo techo.

«La naturaleza es sabia y durante siglos nos ha venido demostrando la importancia de “adaptarse o morir” como sinónimo de hallar con la formula que nos permita transformar lo estático e inanimado en energía y movimiento».

Con los estilos educativos ocurre algo parecido: el verse más reflejado en uno de ellos no implica que vuestro proceder como madres y padres esté ya condenado a extenderse el resto de vuestra historia familiar. Ni que compartir estilos diferentes como progenitores, requiera la defensa férrea de vuestra posición como en un pulso a doble o nada.

 

Es importante tener en cuenta que, el estilo no es solamente una característica del padre o la madre; el tipo de relación con vuestra/o hija/o, la forma de ser de estas/os y las diferentes situaciones también influyen en el comportamiento que tengáis con ellos/as. Queda por tanto sitió para la esperanza y la superación de obstáculos.

 

LAS 10 +1 CLAVES PARA COMENZAR LA TRANSFORMACIÓN

Las prácticas concretas que darán lugar al cambio, pueden ser entrenadas. Es decir, padres y madres podéis aprender a comportaros con vuestros hijos/as con los “ingredientes” que componen el estilo asertivo comenzando por poner en práctica las siguientes claves:

  • Escuchar lo que dice vuestro/a hijo/a y dejarle terminar al hablar.
  • No criticar, juzgar o culpabilizarles.
  • Dar importancia a lo que os dicen sin tratar de aleccionarles.
  • Enseñarles a comunicar sus sentimientos así como demostrar vuestro afecto en familia.
  • Controlar los impulsos propios (exponiendo vuestra capacidad de contención y control).
  • Establecer normas breves, fáciles de recordar (a pizquitas en lugar de puñados) y asumibles por vuestros hijos e hijas en función de la etapa evolutiva en la que se encuentran.
  • Las consecuencias de no cumplir una norma han de ser explicadas de manera clara (consensuadas entre madre  padre, habladas y recordadas) así como los argumentos precisos que os han llevado a su establecimiento.
  • Es posible que haya normas inamovibles (constantes en el tiempo) pero otras podrán ser negociadas (a mayor edad de los hijos e hijas), permitiendo un espacio de diálogo y escucha positivos.
  • Permitirles que cometan errores y asuman las consecuencias de ellos, pero mostrando vuestro apoyo en lugar de rechazo para que se sientan seguros en la búsqueda de soluciones.
  • Estimularles para que se fijen metas y objetivos acordes al estilo de personalidad y motivación propios (permitiéndoles opinar, respetando sus gustos…)
  • Celebrar los éxitos y acompañándoles en la caídas.

La existencias de estos puntos en el equipo madre-padre son igual de importantes, entendiendo que, más allá de las diferencias, tratáis de ofrecer un espejo a vuestro hijos/as en el que poder ver reflejada vuestra mejor versión como familia.

Por eso, nos queda animaros y recordaros que en el blog del centro Hobetzen, encontrareis más lecturas que os puedan dar un soplo de aliento en el camino.

Nos gustaría terminar con una frase del psicólogo y pedagogo John Dewey: “la educación no es preparación para la vida. La educación es la vida en sí misma”.