ESCUCHA SIN JUZGAR, HABLA SIN OFENDER, OBSERVA SIN DESPRECIAR

¿Cuántos disgustos, broncas o diferencias con los/las otros/as nos ahorraríamos si escuchásemos un poco más y de mejor manera? Desde el Programa de Intervención Familiar Especializado en Violencia Filio – Parental del Servicio de Mujer e Infancia de la Diputación Foral de Bizkaia, que se lleva a cabo en el Centro Hobetzen de Berriztu,  planteamos una serie de herramientas e ideas para que podáis mejorar la comunicación en el seno de la familia y  poder entender  así un poco más a las personas adolescentes con las que convivís.

 

EL PODER DE LA ESCUCHA (activa)

Cuando escuchamos de manera activa, le estamos permitiendo a la otra persona que nos muestre una parte de sí mismo/a que posiblemente no conoceríamos si nos centráramos simplemente en oír sin prestar atención a todos los matices de su mensaje.

A menudo vuestros/as hijos/as comparten con vosotros/as su percepción y la forma en la que viven y ven la realidad, pero el estilo que utilizan para ello suele ser percibido claramente, muy diferente al que los padres y las madres manejáis para dirigiros a ellos/as.  Esto hace que los/as profesionales del equipo observemos como preocupación principal en las familias que acuden al servicio, la aparente “incomunicación y falta de escucha” que se da entre los miembros de la familia.

Es por ello que, desde aquí queremos resaltar la doble  finalidad de la escucha activa en la obtención de relaciones familiares de mayor calidad y en el entendimiento mutuo. Por un lado, cuando escucháis de manera activa, estáis permitiendo a la persona que es escuchada (hijo/a, pareja, madre/padre) compartir aspectos que considera relevantes, ya sean preocupaciones, alegrías, intereses…pudiéndose liberar así de muchas de las emociones con las que se va cargando la mochila de los afectos a lo largo del día (y que en ocasiones pueden encontrar salida a través de actuaciones violentas).

Pero queremos poner en valor la postura de  la persona que escucha, cuyo papel consideramos de privilegio (has leído bien, privilegio) al tener a su alcance la posibilidad de comprender y empatizar con quien tiene delante, ofreciendo así la opción de expresarse a través de estilos más adaptados.

 

¿POR QUÉ LO CONSIDERAMOS UN PRIVILEGIO?

Si colocamos la palabra privilegio en un contexto de interacción y convivencia familiar, nos referimos al hecho de que la otra persona (en este caso vuestros/as hijos e hijas) os permitan escuchar su opinión, su experiencia o sentir ante cualquier vivencia, situándoos en una posición de confianza y respeto.

Aunque no os lo digan con estas palabras, es un indicativo de que os están identificando como buenos receptores, capaces de empatizar con lo que están viviendo (o por lo menos de intentarlo).

Diríamos aún más: por insignificante que os pueda parecer muchas veces el contenido de la conversación (gustos de ropa, dificultades con amistades, problemas con profesores/as, youtuber de interés…), queremos resaltar que vuestros/as hijos/as os están permitiendo formar parte de su realidad, dando acceso a aspectos más profundos y relevantes que se escondan tras sus palabras, como por ejemplo, miedos, visión que tienen del mundo y de cómo se sitúan, recursos con los que cuentan, etc.

En otras palabras, escuchar de manera activa os permite profundizar en la información que estáis escuchando y  por tanto, conseguir más información y de mejor calidad.

Estos matices a los que hemos hecho alusión, tienen como consecuencia la generación de un nuevo escenario, el cual puede facilitar que se produzcan cambios en la persona que escucha y también en la que es escuchada, en definitiva, un cambio en la relación.

 

 

ALGUNAS TÉCNICAS PARA MEJORAR EN LA ESCUCHA ACTIVA

  • Procurar no interrumpir, y si lo haces, solo si lo consideras imprescindible.
  • Evita juzgar y dar consejos.
  • Respeta los silencios.
  • Repite (de vez en cuando) lo que acaba de decirte la otra persona.
  • Haz preguntas para aclarar cierta información.
  • Ayuda a clarificar pensamientos y sentimientos.
  • Valida y respeta los pensamientos y sentimientos de la otra persona.

 

DEJAR DE JUZGAR

Dentro de las diversas técnicas que os hemos planteado, queremos resaltar la importancia de incluir en la escucha activa el concepto y la práctica de no juzgar el discurso o las intenciones que vuestros hijos e hijas  tienen cuando se dirigen a vosotros/as.

Recordar, ya no solo desde vuestro papel de madres y padres sino desde la posición de adultos que en sus relaciones interpersonales han podido sentirse no escuchados o comprendidos por los demás que, una misma experiencia es vivida por cada uno de una manera determinada.

Ante un mismo hecho, cada persona percibe, siente y expresa algo diferente, y conviene ser conscientes de ello para respetarlo.

Por ello os invitamos a que, a la hora de mantener conversaciones con vuestros hijos/as, antes de emitir cualquier juicio, os paréis a pensar qué es lo que le ha podido pasar para que reaccione y actúe de la manera en la que lo hace. De esta forma, evitaréis incluir en la conversación interpretaciones precipitadas que las personas adolescentes viven a menudo como opiniones no pedidas o críticas a sus propios “defectos”.

La empatía, concepto que analizaremos en posteriores entradas en el blog, es una herramienta que puede favorecer esa suspensión de juicio (o ruido interno) para escuchar y atender a las palabras de vuestros/as hijos/as de la forma positiva y enriquecedora.

 

Terminamos como otras tantas veces, recurriendo al acervo popular para resaltar el efecto que puede tener sobre la relación que establezcáis con vuestros hijos e hijas el emitir juicios de valor en base a lo que habéis creído escuchar/entender de su discurso: “las apariencias engañan”. Practicar la escucha activa os permitirá en definitiva, una gran oportunidad de acercaros de manera cuidadosa y respetuosa a los sentimientos, aspiraciones y opiniones que vuestro hijos e hijas van construyendo y asentando como realidad en la convivencia familiar.