HABLAMOS LUEGO ¿NOS COMUNICAMOS?

Es imposible no comunicar. Algo que para vosotras/os madres y padres, es más que evidente cuando vuestros hijos e hijas no os responden, hacen como que no os ven cuando os acercáis a decirles algo, os dejan con la palabra a medias mediante un portazo, o arremeten contra vuestro objeto favorito para poner el punto final a la conversación.

Constantemente estamos intercambiando información de muchas maneras. Sin embargo, más allá de lo que se cree, la vía de las palabras es la que mayor dolores de cabeza nos supone.

Partimos de que, la forma en la que nos comunicamos con otros/as y con nosotros/as determina la calidad de nuestras relaciones y del bienestar personal, para preguntarnos desde Hobetzen ¿por qué nos cuesta tanto comunicarnos bien en familia? Y si ¿hay algo que podamos hacer para mejorar este aspecto?

UNA METÁFORA VALE MÁS QUE MIL PALABRAS

Iban caminando por las montañas un padre y un hijo. De repente, el hijo se lastima, y grita: «aaaaahhhhhh!!». Se oye una voz que va repitiendo por algún lugar de la montaña: «aaaaahhhhhh!!» Con curiosidad el niño grita: «¿QUIÉN HAY?» Recibe la respuesta: ¿QUIÉN HAY? «. Enfadado con la respuesta, el niño grita: «COBARDE», y recibe la respuesta: «COBARDE» El niño mira a su Padre y le pregunta: «¿Qué pasa?». El Padre, sonríe y le dice: «hijo mío, presta atención» Entonces el padre grita a la montaña: «TE ADMIRO» y la voz le responde: «TE ADMIRO». De nuevo, el hombre grita: «CONFÍO EN TI«, y la voz le responde: «CONFÍO EN TI«. El niño asombrado, no entendía lo que pasaba. Entonces, el padre le explicó: “la gente lo llama Eco, pero en realidad… ¡Es la vida! … La vida te devuelve todo lo que dices.

 

Con ello queremos trasladaros el hecho de que, más allá del mero intercambio de información, la comunicación entre miembros de una misma familia, supone un reto y una herramienta a la vez, necesaria para construir puentes y relaciones sólidas, introducir valores, perspectiva moral y muestras de afecto, fortaleciendo la autoestima de los/as más jóvenes de la casa.

HABLAMOS DE ¿CANTIDAD O DE CALIDAD?

Las dificultades derivadas de una mala comunicación en familia (necesidad de repetir mensajes, falta de entendimiento, no acatamiento de órdenes, ausencia de información relevante…) os lleva muchas veces padres y madres a creer que, a falta de “una dosis, dosis y media” es necesaria para solventarlo.

El sentimiento de impotencia y enfado que generan dichas situaciones, os conducen hacia intentos de solución que no hacen más que prolongar en el tiempo los problemas, tanto a nivel comunicacional como relacional.

La mala comunicación está considerada entre los factores desencadenantes de la Violencia Filio parental por su influencia en el mantenimiento de unión, pertenencia, vinculo afectivo y transmisión de valores positivo.

Desde la angustia que provoca la aparente incomunicación, quién no ha recurrido alguna vez a la táctica “sacacorchos” sometiendo a preguntas a vuestros hijos/as para obtener datos hasta quedar todos exhaustos. Quizás hayáis intentado encontrar información por otras vías, preguntando a sus amigos/as sin que ellos/as sepan; o tal vez apelando al afecto “ya no nos cuentas como cuando eras pequeño/a”, “es que ya no confías en nosotros”, ”qué te hemos hecho para que no nos quieras hablar”.

Paradójicamente, donde vosotros/as veis interés, las personas adolescentes suelen percibir intromisión de su intimidad y sensación de control, razón de peso para cortar con toda oportunidad de comunicación fluida.

Es por ello que, en una sociedad donde el logro y la consecución de objetivos son inculcados como sinónimos de éxito, desde Hobetzen queremos hacer hincapié en una nueva manera de abordar la comunicación en familia donde el para qué y el cómo adquieran relevancia frente al cuánto.

DONDE DIJE DIGO, DIGO…

Estamos acostumbrados a dividir la comunicación en dos polos: “háblame bien” y “me hablas mal”, en función de cómo nos relacionamos en casa. Pero existen otra serie de criterios por los que podemos dividir el estilo comunicativo que tal vez reconozcáis:

  • Agresivo: gritar, insultar, regañar, reprochar…para expresar opiniones o necesidades, tratando de imponer lo que se quiere, ignorando a la otra persona. Genera distancia entre los miembros de la familia provocando sentimientos de rechazo, miedo o ira. Se considera un tipo de violencia con consecuencias emocionales importantes.
  • Pasivo: caracterizado por una pobre o nula expresión de las emociones y pensamientos. Las preocupaciones de los miembros no suelen ser compartidas y ello conduce al acatamiento de las cosas sin entender muchas veces su razón de ser. Se generan relaciones muy desiguales a través de las que es difícil crecer y desarrollarse como familia.
  • Asertivo: aunque suene raro, nos referimos a un punto medio en el que se establece un vinculo comunicativo sin agredir pero tampoco sin quedar sometido a la voluntad del/la otro/a. Donde prima el cariño y la expresión libre, sincera y respetuosa de las emociones. Resulta la forma más positiva para prevenir situaciones de violencia filio parental, por lo que vamos a profundizar un poco más en ella.

 

ASERTIVA-MENTE

Una de las principales características de la comunicación asertiva es que permite generar un espacio de dialogo e intercambio entre los diferentes miembros de la familia. Habitualmente, hablamos con nuestros/as hijos/as, entre hermanos/as o incluso con nuestras parejas, anticipando en la cabeza nuestra siguiente respuesta, más allá de lo que nuestro interlocutor nos esté diciendo. Ocurre con mayor frecuencia con emociones de enfado, resentimiento, ataque, en la que prima la necesidad de “vaciarnos” de dicho sentimiento a través de las palabras, sin considerar la del otro.

 

 Amar, escuchar, hablar y sentir, son ingredientes básicos de vínculos sólidos y de una comunicación sana en la familia.

Mostrarse asertivo no obstante, implica entrenarnos en aspectos de la comunicación a los que no estamos tan habituados a prestar atención:

–>La mirada: muchos de los/las jóvenes que pasan por el recurso, reclaman “ ser vistos” a sus progenitores. Mirar permite captar matices del contexto, actitudes, congruencia… y valora la presencia del otro, algo que las personas adolescentes tienen muy en cuenta en su relación con los adulto.

–>La escucha activa: denota interés por el otro y pone en valor lo que dice y cómo es. Supone mostrarse abierto/a a lo que el otro diga de manera calmada pero interactiva, sin apresurarse a juzgar, cortar o discutir. Podemos hacerlo desde los recurrentes “aham, entiendo…”, hasta movimientos de cabeza o incluso dejando de hacer algo que teníamos entre manos si la ocasión lo requiere.

–>El registro emocional: detrás de cada palabra, hay una emoción asociada cuyo impacto almacenamos en la memoria de las experiencias. La comunicación asertiva permite ordenar esas emociones de manera que nos resulte más fácil comprender emociones propias y ajenas, consecuencias de algunas acciones, aprendiendo con el ejemplo para mejorar en una próxima ocasión.

UN ENTRENAMIENTO DE 10.

Afortunadamente, al igual que otras estrategias de las que os hemos hablado en otros post, es posible adquirir capacidades asertivas y distintas estrategias a través del aprendizaje:

  1. Cuidando el contenido (información clara y adaptada a la edad) y la forma de lo que queréis expresar para evitar comunicaros “en caliente”, poniendo la intención en entenderos y no tanto en buscar vencedores.
  2. Procurar no entrar en escaladas de quién tiene la última palabra, comunicando las ideas o manera de pensar sin intención de herir o prejuiciar.
  3. Hablando de actitudes no de personas: no es lo mismo ser, que comportarse en un momento puntual de una manera determinada.
  4. Promoviendo un clima de confianza, donde la empatía vaya ganando terreno a la frustración, que tanto dificulta acercar posturas. Se trata de expresar inquietudes, necesidades, emociones propias teniendo en cuenta lo que sienten y piensan los demás. Evita escenarios en el que la persona adolescente libere su frustración por vías como la mentira o la ocultación con el fin lograr un objetivo.
  5. Discutir está bien, siempre y cuando se genere intercambio de ideas desde el respeto y no compitiendo por demostrar quién tiene la razón. En ese sentido, la negociación es todo un arte del que poder salir victoriosos/as todos/as, ya que muchos de los objetivos que os planteáis como madres y padres, dependen a su vez de cierta voluntariedad de vuestros hijos e hijas.
  6. Negociar permite: organizar ideas, valorar nuevos puntos de vista, introducir valores importantes en la familia y sobre todo tener en cuenta vuestros/as hijos/as como un miembro más del sistema familiar. En la medida en la que van creciendo, las personas adolescentes van exigiendo ser vistos desde una posición diferente, lo cual os abre también la puerta a conocer sus ideas e intereses.
  7. No ser impositivo: lanzar preguntas de reflexión conjuntas, evitando dar opiniones “omnipotentes” escudados/as en vuestro rol de padres/madres, que suele ser muy habitual cuando salen temas como los consumos, las amistades…Escuchar los motivos por los que hacen las cosas os puede dar información para abordar los problemas de manera más efectiva. 
  8. En esa misma línea un aspecto favorecedor puede ser hablar de experiencias propias, pasadas o actuales, desde donde poder reflejar una posible mirada alternativa a vuestros hijos e hijas, permitiéndoles valorar otros modelos de comportamiento más allá del que están acostumbrados/as a ver.
  9. Existe el riesgo de entender la comunicación asertiva como un intento de “ser amigo/a” de vuestros/as hijos/as, pero entonces ¿quién ocupa el papel de progenitor?. Se puede comunicar de manera cariñosa y cercana sin que ello implique cambiar de roles e instaurar unas normas y límites.
  10. Humor. Dialogar permite relajar posturas y disfrutar en familia de espacios compartidos.

Es difícil salir ileso de una discusión familiar. Están en juego ilusiones, emociones, expectativas y relaciones que como madres y padres, suponen un juicio constante a vuestro papel de cuidadores. Por eso, desde Hobetzen os animamos a introducir pequeños cambios en vuestro día a día que faciliten la convivencia y equilibren los claro oscuros de vuestra gran labor.