LA FAMILIA EN TIEMPOS DE CONFINAMIENTO

Desde hace unas semanas a las ocho de la tarde, el mundo se paraliza y pareciera que por unos segundos, la conciencia colectiva se conectara a través de un hilo transparente capaz de acercar balcones, vecindarios, barrios e incluso ciudades dispersas.

En unos pocos segundo, el silencio da paso al rugir del aplauso y después…de nuevo silencio en las calles. Pero desde Hobetzen, no podemos dejar de pensar en los sonidos y latidos que se escuchan en el interior de cada casa, de cada familia; tanto de los/as que ya nos conocéis y estáis muy presentes en nuestros pensamientos, como del resto de familias que atravesáis esta situación de crisis confinados entre cuatro paredes.

Estos días de incertidumbre y vulnerabilidad, más que nunca, nuestra labor como psicólogos/as y figuras educadoras se torna también diferente, adquiriendo un valor de acompañamiento y aliento desde la distancia que también nos conecta con nuestros temores como profesionales ¿cómo estarán afrontando las familias esta situación? ¿estarán siendo capaces las madres/padres y personas adolescentes de poner en práctica esos muchos recursos con los que cuentan?¿se sentirán arropados por los suyos?¿cómo harán frente al miedo, la frustración, la ansiedad provenientes del descontrol de la situación?

LA “NORMALIDAD” COMO SÍNTOMA DE RESISTENCIA

Ante situaciones como esta, es normal incluso para nosotros/as caer en un mar de preguntas que no hacen sino más que agravar el malestar y el sentimiento de indefensión ante situaciones en las que intervienen múltiples factores. Por un lado, aspectos externos como la prevalencia del virus, medidas decretadas…y por otro lado los factores internos. Son estos últimos los que mayor importancia adquieren para nosotros/as de cara a la convivencia familiar, entendiendo que existen una serie de reacciones y conductas comunes a madres-padres, hijos/as, abuelas/os que subyacen al estado de alarma en el que no encontramos. Entre ellas destacamos como NORMALES:

  • Aumento en la intensidad de emociones tales como el miedo, ansiedad o tristeza. La situaciones nuevas son activadoras de estados de alerta de los que pareciera que debemos protegernos. Como consecuencia, nos podemos mostrar más irritados/as y propensos/as a dar respuestas más impulsivas y descontroladas frente a situaciones antes las que antes nos manejábamos con mayor autocontrol.
  • Vivencia de indefensión: la pérdida de rutinas, contactos con familiares, amigos/as, o incluso aquello que llamamos elementos activadores (deporte, paseos, trabajo, colegio, charlas al rededor de un café etc.), nos conducen a una convivencia extrema. Nuestra lupa se torna entonces más eficaz y sensible que nunca, destapando aspectos en la relación que pueden llevar al conflicto familiar: “recoge eso”, “no me contestes así”, “no me rayes”,”por qué no haces caso”…
  • Irritabilidad frente a las ocasiones en las que sentimos que nuestros deseos o peticiones no son tenidas en cuenta o llevadas a cabo. En función de cómo lo gestionemos, los niveles de ira y enfado pueden verse aumentados propiciando mayor número de discusiones o desencuentros entre los diversos miembros del sistema familiar. 
  • Problemas de comunicación que desembocan en discusiones o enfados, dejando una huella sentimental si no son resueltos en un breve periodo de tiempo.
  • Sensación de ahogo, angustia o invasión personal y del espacio, tanto por ocupar el tiempo con preocupaciones, como por percibir que las situaciones familiares problemáticas están constantemente presentes en el día a día. O como consecuencia de realizar un balance de la situación vital propia, adornada con elementos de carácter negativo que nos paralizan aún más.

 

SSSSHHH…LOS SILENCIOS QUE CURAN

Como ya habréis podido comprobar en algunas casas, la conducta de uno de los miembros, afecta directamente al resto de los miembros. Con lo cual, las presentes condiciones de confinamiento lejos de facilitar, intensifican con mayor probabilidad el sentir de las actuaciones propias y extensas. Sin embargo, según cómo hagamos la lectura, resulta también alentador saber que, aquellas conductas dirigidas a mejorar la convivencia y el estado emocional de uno mismo, pueden contribuir y potenciar la mejora en el clima familiar en su conjunto.

Por ello, en esta ocasión desde Hobetzen nos gustaría dejaros una “píldora energética” diferente a lo que en el día a día estamos habituados, más allá de las palabras que muchas veces llenan la convivencia.

“no encuentro nada más valioso que darte, nada más elegante, que este instante de silencio. Y cuando el ruido vuelva a saturar la antena, y una sirena rompa la noche, inclemente, no encontraremos nada más pertinente que decirle a la mente…detente.”

Queremos compartir con vosotros/as este corto sin palabras titulado Reach, ALCANZAR o LOGRAR, traducido al castellano. Podéis verlo solas/os, en familia o incluso compartirlo a través de las redes que tanto ayudan estos días a sentirnos un poco más presente en la vida de nuestras personas queridas.

 

Desde Hobetzen nos parecía que representa muy bien el sentir que en muchos hogares y familias pueda darse estos días. A nosotros nos habla de esfuerzo por perseverar, de emociones encontradas, de creer en alcanzar objetivos a pesar de las circunstancias, de nuevas estrategias, de crecer como familia y por qué no, de sacar esa creatividad que permanece secuestrada en el ajetreo diario.

En definitiva de los ingredientes que pueden ir floreciendo “en silencio” durante el tiempo de espera, para que cuando tengamos que volver a subir al tren de la rutina, llevemos la mochila cargada de las herramientas y emociones necesarias.

GESTOS QUE ABRAZAN

Curar, sanar, cobrar fuerza, restablecer, todas ellas nos conducen a un mismo fin: a búsqueda de remedios necesarios para hacer desaparecer una herida o daño ya sean físicas o psicológicas.

Los silencios en ocasiones adquieren ese poder reparador, pero también nos sitúan frente al griterío de las imposiciones: los “debería”, “tendría”, o por el contrario los “no puedo”, “no se”, “no llego”, que suponen en el día a día de la maternidad, paternidad e incluso en la vida de vuestros hijos e hijas un lastre. Nos impiden escuchar aspectos importantes que prevalecen bajo la norma.

El poeta Antonio Machado escribía : “Solo recuerdo la emoción de las cosas” y nosotros creemos también que las rutinas y convivencia de estos días, pueden dejar una huella emocional de grandes dimensiones para todos los miembros de la familia que os encontráis sin poder salir.

Por ello, antes de concluir, os queremos dejar una serie de propuestas que consideramos, beneficiosas para poner en practica en la medida en la que van pasando los días.

  • Constancia + flexibilidad: manteniendo ciertas estructuras y rutinas pero adaptándolas a la situación. Por ejemplo, realizando una redistribución de tareas como pudiera ser que los hijos/as sean los encargados de bajar la basura, para que tengan ese pequeño espacio de desahogue.
  • Reforzar los aspectos positivos que se estén dando, mostrándoos abiertos/as a nuevas iniciativas que tal ve procedan de los más jóvenes de la casa. Es un buen momento para poner en práctica el arte de la negociación del que os hablábamos en el artículo anterior.
  • En muchas casa os veréis obligados/as a compartir espacios pequeños. Es una buena oportunidad para disfrutar de esos momentos reunidos, estando cada uno en su tarea o pudiendo sacar temas de conversación que favorezcan el diálogo en familia.
  • Utilizar los “tiempos fuera” ante aquellas situaciones que consideréis de mayor gravedad o relevancia, encontrando espacios individuales en los que poder calmaros, que eviten posibles discusiones o enfrentamientos.
  • Prestar atención a la manera en la que os comunicáis en casa, con la pareja, los hijos/as, es buen momento para poner en práctica habilidades relacionales que os acerquen los unos a los otros: ¿soy capaz de escuchar lo que me dicen?¿empatizo con las emociones que me trasladan los otros miembros?¿como son mi tono, formas con respeto a los otros?
  • Tomar conciencia y aceptar las emociones que se van generando en la convivencia, atendiendo a aportaciones que el resto de los miembros de la familia nos puedan hacer en un momento dado, desde la calma y percibiéndolo como una información valiosa para seguir desarrollándoos como familia.
  • Normalizar y expresar las emociones de manera natural como refuerzo de aspectos positivos “me ha gustado que hicieras eso”, o para gestionar posibles conflictos “cuando haces eso me siendo de esta manera y eso me lleva a actuar así”.
  • Activar la capacidad de contención ante situaciones de tensión familiar: centrar la atención en la respiración, observar por la ventana o tomar el aire, ponerse en contacto con personas que consideréis positivas para calmar el estado de ansiedad…
  • Buscar actividades lúdicas para realizar de manera individual como en familia: cocinar, rescatar ese álbum de fotos que contiene vuestra historia, ver una película, etc.
  • Y sobre todo…dejar un pequeño hueco en casa para el sentido del humor y el descanso reparador, los cuales nos ayudan a generar estrategias de afrontamiento más positivas.

Sabemos que no es sencillo, la nube que nos acecha en este momento en algo más grande que la que aparece en el vídeo. Sin embargo, el equipo de profesionales que conformamos Hobetzen, queremos mandaros un fuerte aplauso a todas las familias, para que a cualquier hora del día os recuerde que, de esta dura experiencia también podéis salir fortalecidos y descubriendo muchos de los recursos y capacidades que poseéis o podéis ALCANZAR como madres, padres, hijos/as y sobre todo, familia.