LA RECETA NO MÁGICA PARA EDUCAR Y CRECER COMO FAMILIA. (I. PARTE)

No existe una única fórmula de ser padres y madres. Preferimos comenzar decepcionando a todos aquellos/as que anhelabais dar con el truco final con el que acometer la no sencilla tarea de ser madres y padres. Pero partiendo de esa premisa, lo que a continuación queremos compartir ésta semana con vosotras/os personas cuidadoras y referentes de vuestros hijos/as, es un pequeño espacio de reflexión a través del que hacer conscientes aspectos importantes en torno a la familia y a los diferentes estilos educativos, que influyen en la manera de vivir y sentir en cada una. Deseamos que resulte alentador descubrir que, hay mucho más que una sola carta o truco final a vuestro alcance, para ir mejorando y creciendo como progenitores.

No en vano, desde los Picapiedra, pasando por la famosa familia Addams o la tribu de los Brady, la familia ha venido considerándose el grupo básico más relevante de la sociedad.

 

Sería complicado por ello, dar con un manual que logre explicar todas las respuestas que a lo largo de vuestra trayectoria como padres y madres, os han planeado por la cabeza mientras teníais que dar una respuesta rápida-eficaz-infalible-ejemplificante-perfecta y el botón de “Pause” no aparecía por ningún lado.

Os proponemos por ello que, os acerquéis a la lectura como quien tiene delante un libro en blanco y los ingredientes con los que poder realizar su propia receta, con la ilusión y responsabilidad que ello otorga.

 

“La tarea de ser padres y madres es una de las facetas más importantes de nuestra vida. Dicha faceta está llena de alegrías y satisfacciones, pero también de inquietudes, incertidumbres y temor por no saber cómo comportarnos con nuestros hijos e hijas”.

 

La familia: de deporte de riesgo a crecimiento satisfactorio

El concepto de familia ha ido transformándose en la medida en que la sociedad nos ha exigido adaptar la lente de las gafas a nuevas realidades emergentes: monoparentales/monomarentales, familias tradicionales, reconstituidas, crianzas de abuelos/as, familias con separaciones o divorcios, formadas por parejas homosexuales….Aunque el molde cambie, la esencia se mantiene inherente a todas ellas. Hablamos de interacciones que organizan vuestro día a día de manera estable, en función de las necesidades básicas del momento que atraveséis como familia y sobre todo, con una historia (pasada, presente y futura) y unos códigos propios que os aportan singularidad.

Podemos afirmar por tanto que, en base a todo ello, cada familia iréis desarrollando un estilo propio de enfrentaros a las diferentes etapas del ciclo familiar que estéis atravesando, procurando hacerlo de la mejor manera posible con los recursos de los que dispongáis en ese momento.

Ser conocedores de esto, debería permitirnos relajarnos y respirar profundamente confiando en que, ser padres y madres forma parte de un aprendizaje paulatino, al igual que lo es, ser hijas/os.

La dificultad deriva en que, esa propia libertad de estilos y recursos en base a cada historia personal, parece llevar pareja una gran responsabilidad para la que la sociedad se encarga constantemente en recordarnos que no estamos preparados/as: valores, expectativas, implicación, ejemplo…parecen darse de bruces con el yugo social de la duda, confusión, carga, miedo, fracaso o rechazo, entre otras, que limitan el papel de guías y referentes de vuestros hijos/as, más si cabe en su etapa  de personas adolescente.

Todo se transforma

Cantaba el Oscarizado Jorge Drexler “cada uno da lo que recibe, luego recibe lo que da. Nada es más simple, no hay otra norma, nada se pierde, todo se transforma”. Podría decirse que confluye con la visión que desde Hobetzen tenemos de la familia, donde creemos en ella como un sistema social y cultural abierto y en proceso de constante transformación.

¿Eso qué quiere decir? Entendemos que existen dos grandes factores a los que constantemente nos exponemos en una familia y que dejan su impronta en la manera en la que los miembros responden y se relacionan. Superarlos sin atascos, nos permiten seguir creciendo y avanzando como familia, aunque suponga en ocasiones kilos de esfuerzos, paciencia y creer que otro escenario es posible:

  • Acontecimientos concernientes a etapas naturales del ciclo vital: muertes, nacimientos, emancipaciones, separaciones etc.
  • Acontecimientos externos como, pérdidas de trabajo, mudanzas, enfermedades, traslados…

Sin duda, la mayoría de las ocasiones, estas situaciones son generadoras de estrés que nos llevan incluso a percibirlas y vivirlas como crisis, con el poder de romper lazos importantes en el seno familiar.

 

Los asiáticos sin embargo, otorgaban un doble valor a las crisis, entendiéndolas como una situación de peligro pero también de oportunidad.

Desde Hobetzen, queremos centrar la atención recordando a todas aquellas familias que, en su paso por el centro, han ido identificando estilos, pautas, situaciones de dificultad, pero también han sabido reconocer, descubrir o incluso aprender recursos y herramientas que poner en práctica de manera eficaz.

No es magia pero entonces…¿cuál es el «truco»? 

En ausencia de la “receta” con mayúsculas que garantice ser una buena madre, padre o incluso que vuestros hijos/as sean felices y muestren un comportamiento ajustado, sí existen ciertos ingredientes que combinados en su justa medida, pueden facilitar la tarea de la educación y contribuir a formar personas saludables.

  1. Una estructura familiar estable basada en normas y límites bien definidos, cual esqueleto de un edificio, capaz de sostener el resto de elementos que iréis añadiendo con el paso de los años.

Establecer desde la infancia una jerarquía estable y solido, permitirá que vuestros hijos e hijas tengan un espejo en el que poder identificarse para ir adquiriendo seguridad, tanto para estructurar su propia personalidad como para relacionarse con el mundo externo al hogar.

Como iremos viendo en próximos post, una de las mayores dificultades al respecto suele surgir cuando existen dos figuras cuyo estilo a la hora de implantar y llevar a cabo las normas y los límites difiere en forma o sentido.

      2. Autonomía vs responsabilidad: requiere de un equilibrio muy sutil en ocasiones entre vuestra presencia o no como padres y madres en determinadas situaciones vitales de vuestros hijos/as, con proporcionarles mayor espacio y libertad, en la medida en la que van creciendo y dando muestras de ser capaces de cumplir y afrontar los diferentes retos vitales en solitario.

En este caso, la dificultad como cuidadores/as suele surgir al calibrar las necesidades propias, con las ajenas del resto de miembros. Vuestros hijos/as  os van exigiendo mayores niveles de diferenciación a la par que las relaciones con los iguales toman protagonismo. Sin embargo, lejos de ser negativo, se trata de una oportunidad para ir definiendo su significado de pertenencia a la familia (esa con unos valores, creencias, estilos de pensamiento etc. propios y tal vez por qué no, algo diferentes ahora a los vuestros).

Es en ese periodo de evolución donde, como familia, jugáis un rol esencial ya que las crisis pueden hacer acto de presencia en mayor frecuencia e intensidad.

      3. Afecto y comunicación, elementos esenciales de los que se nutren las relaciones familiares. Ambos tienen en común, ser las vías de expresión a través de las cuales mejorar la capacidad para resolver conflictos.

– Con afecto hablamos de reconocimiento, el amor, la valoración que permita a vuestros hijos/as sentirse queridos/as y valorados/as para que desde niños/as sean capaces de integrar normas de manera segura en proyectos personales coherentes.

– La comunicación se refiere a la línea de mensajes verbales que reflejan las necesidades genuinas y reales de todos los miembros, sin necesidad de camuflar ni expresarlas mediante códigos de cualquier otro tipo (violencia, somatización, dificultades escolares…).

 

Con qué aliñamos estos ingredientes

Llegados a este punto, el ya antiguo “con un poco de azúcar y esa píldora que os dan” que la niñera Mary Poppins tarareaba para tratar de poner orden en los niños/as, parece quedar obsoleto a la hora de trazar la receta para dar con el estilo educativo propia. Sin embargo, queremos extraer de ella, la necesidad de sazonar con pizcas de los siguientes elementos vuestra propia receta familiar:

Flexibilidad: entendida como el despliegue de nuevas formulas creativas que estimulen cambio y desarrollo pero preservando el sentimiento de familia y unión.

Permeabilidad: adaptándoos a las circunstancias cambiantes, dándoles un nuevo sentida a las reglas preexistentes para convertiros en una familia con más recursos, como quien redecora una estancia sin cambiar de piso.

Fronteras con acceso en dos direcciones: que seáis los guías a la hora de transmitirles información a vuestro hijos/as, pero que también estéis dispuestos/as y abiertos/as a recibir esa “nueva información” que proviene de las experiencias propias de vuestros/as adolescentes.

Cómo los combinemos dependerá de muchos factores: la situación concreta, la edad de la persona adolescente, su responsabilidad y grado de madurez, las creencias y valores como padre o madre, etc. Pero queremos recordaros que:

  • No existen fórmulas que sirvan para todos los hijos e hijas ni para todas las situaciones de igual manera.
  • Es importante que en mayor o menor grado, los ingredientes fundamentales (normas y límites, afecto y comunicación y autonomía y responsabilidad) estén presentes en la relación con vuestros hijos/as.
  • La capacidad de adaptación a las características de cada hijo o hija, reconociendo su individualidad es primordial. Entendiendo también que no hay dos madres o padres iguales, y que incluso en un mismo hogar, pueden coexistir dos estilos educativos diferentes como describimos en el próximo post.

 

Estilos educativos: 4 gafas a través de las que comprender la crianza

Habrá quienes seáis más afectuosos/as, estrictos/as, controladores/as, permisivos/as…hablamos de la suma de ideas, creencias, valores, actitudes y hábitos de comportamiento que como padres y madres mantenéis respecto a la educación de vuestros hijos/as. Es importante tener en cuenta que, el tipo de relación con ellos/as, la forma de ser de éste/a, y las diferentes situaciones antes citadas, también influyen en el comportamiento que como padres y madres tendréis con vuestros hijos e hijas.

Esto implica que, aunque como madre o padre tengáis una tendencia a actuar más acorde a un estilo, no quiere decir que ello implique comportarse siempre de la misma manera, sino que esta será una tendencia habitual de relacionaros que prime y consolide un tipo de dinámicas en la familia.

De esta manera, sobre los ejes de afecto y control, podemos diferenciar cuatro estilos o formas de comportaros con los hijos e hijas: ASERTIVO, AUTORITARIO, PERMISIVO e INDIFERENTE. 

En las siguientes semanas iremos desglosando las características de cada uno de los estilos educativos y la manera en que ello influye en vuestros hijos e hijas. Pero también en vosotros como figuras referentes en constante proceso de cambio.

Creemos que un análisis más detallado os puede ayudar ante el sentimiento de angustia, incertidumbre o temor que puedan hacer más difícil la relación con vuestros hijos/as.

La adquisición de nuevas experiencias y el aprendizaje de los errores, os lleva como miembros de una familia, a un estado de bienestar desde el que poder llevar a cabo tareas claras y roles adecuados a la edad, donde todos podáis evolucionar según vuestras necesidades individuales así como en función de las de familia como un sistema más rico  en el que 1+1=3.