QUÉ ES ANTES ¿EL HUEVO O LA GALLINA?

Aunque pueda sonaros extraña la pregunta, desde el Centro Hobetzen es una cuestión que acude a nosotros/as de manera recurrente cuando abordamos casos de problemática de violencia filio parental en contextos familiares de separación y/o divorcio.

Dicho de otra manera, ¿es la violencia filio parental una consecuencia del duro proceso de separación, o su previa existencia lleva a muchas familias a tomar ciertas decisiones en torno a la ruptura?

Una rápida respuesta Salomónica basada en numerosas investigaciones en torno a esta problemática así como en nuestra experiencia de años de trabajo con familias, nos llevaría a concluir que ambas opciones son posibles llegando a retroalimentarse si el problema perdura en el tiempo.

Sin embargo, en esta ocasión vamos a centrar la atención en aquellas situaciones de violencia filio parental originadas en momentos de crisis vital, como lo es la reestructuración que afrontan los miembros de una familia cuando se disuelve el sistema tal y como fue concebido y conocido a lo largo de los años.

 

TODO EL MUNDO TIENE UN TROZO DE PASTEL EN LA REPARTICIÓN

El divorcio plantea exigencias extremas. Quienes hayáis o estéis pasando por ese proceso bien sabéis a qué nos referimos cuando hacemos alusión al trozo del pastel: hablamos de las cargas, responsabilidades y consecuencias que cada miembro tiene que asumir ante el cambio.

  • A nivel de pareja/progenitores. La confluencia de dos procesos paralelos como son la ruptura de la pareja y la reestructuración de vuestro papel como madres y padres supone un esfuerzo que desgasta a nivel emocional y relacional. Las energías se centran es infinidad de aspectos (económicos, legales…) que requieren de respuestas urgentes pero que, sin embargo, en ocasiones descentran la atención de aspectos de la relación familiar igual de importantes.
  • A nivel de hijos/as. En todo ese proceso, vuestros/as hijos e hijas están también expuestos a situaciones estresantes que movilizan toda una cadena de emociones difíciles de gestionar para un niño/a o persona adolescente. Y aunque a menudo observéis pocos cambios perceptibles a la vista, estudios recientes demuestran que la probabilidad de reaccionar y recuperarse tras un divorcio, es menor en los hijos/as que en las personas adultas al ser ellos/as más vulnerables a la situación estresante.
  • A nivel de hermanos/as. Aúna el sentimiento de tener que posicionarse por una de las partes con el temor a las pérdidas, provocando que entre hermanos/as se polaricen los puntos de vista desde posiciones de confrontación y pelea muy angustiosas.
  • A nivel social. Todos los miembros debéis modificar rápidamente vuestras relaciones con las redes sociales, las propias y las compartidas, lo que supone un cambio radical socioeconómico, en el estilo de vida, en el entorno…que no deja de ser un choque de lenta aceptación normalmente.

Si bien la situación de estrés afecta a todo el sistema familiar, es de especial mención sus posibles consecuencias en las personas adolescentes y niños/as  cuyo papel es igual de importante en la reconstrucción familiar. No obstante, incluso ante situaciones de divorcios difíciles, existe la luz al final del camino gracias a vuestra capacidad y recursos individuales y familiares compartidos.

 

LA SEPARACIÓN Y EL DIVORCIO COMO PROCESO DE TRANSICIÓN, NO COMO FINAL

 

Las creencias populares nos han llevado durante siglos a pensar que la separación de una pareja supone la disolución de la familia. Pero, aún tratándose de un contexto no exento de pérdidas, puede convertirse en un proceso facilitador de la creación de una nueva situación, cuyas condiciones permitan fomentar relaciones familiares más profundas y reflexivas.

Existen en el camino diferentes etapas por las que transitáis las familias, que condicionarán el repertorio de respuestas a poner en marcha.

Previamente: a nivel familiar comienzan a darse una serie de circunstancias que condicionan la convivencia e incluso el desarrollo de vuestros/as hijos/as. Quienes han podido presenciar la ocurrencia de escenas de tensión, gritos, discusiones… que sobrepasen ciertos límites pueden interiorizar la idea de que el conflicto es la única vía para solucionar los problemas o hacerse respetar.

Durante: Es muy difícil mantener la calma en medio de un terremoto, máxime cuando se ha instaurado en medio de vuestro salón. Las dinámicas inadecuadas y problemas de convivencia que se perpetúan, generan un daño crónico de tal magnitud que puede hacer creer a todos los miembros de una familia que no son capaces ni cuentan con los recursos necesarios para salir de ese pozo oscuro. Sentimiento que con el tiempo puede trasladarse a otras áreas como colegio, relaciones personales, pérdida de motivación, etc.

Posterior: Es aquí donde lo presenciado hasta la fecha toma protagonismo poniéndolo muchas veces vuestros hijos e hijas en práctica por imitación (si se siguen los mismos patrones) o por evitación (haciendo lo contrario a lo vivido).  A esto hay que añadirle la posible nueva existencia de dos casas (normas, límites, distribución de tiempo con padre o madre) que dificultan un estilo educativo consensuado, empobreciendo las relaciones entre algunos miembros de la familia.

 

FESTIVAL DE EMOCIONES

Aunque resulte difícil de comprender, a menudo detrás de las respuestas reactivas de violencia filio parental que hayáis podido experimentar en primera persona, existen una serie de emociones temidas por lo complicado que suele resultar su gestión.

Lejos de justificar ciertas conductas agresivas protagonizadas por vuestros/as hijos/as suscitadas por dichas emociones, queremos aquí facilitar la comprensión de una complicada gestión emocional que con frecuencia se activa.

  • La existencia de emociones de diferente valor en un mismo periodo de tiempo. Así la ira, impotencia, la culpa, pueden coexistir con el sentimiento de pérdida, tristeza o de alivio porque una situación estresante haya finalizado. Su expresión requiere de un complicado ejercicio de maduración mediante el que identificar, ordenar y dotar de sentido a una serie de afectos caóticos. Por ello, los golpes, gritos, la desconexión y demás repertorio descontrolado suele sustituir en las crisis a las palabras.
  • Se trata de un proceso de duelo y como tal, las pérdidas ocasionadas deben ser lloradas, ya sea a través de lágrimas, palabras dichas, abrazos compartidos o incluso rituales que favorezcan la aceptación de la nueva situación.
  • Igual de relevante es atender a vuestros afectos como madre y padre en esta nueva situación, pues de vosotros/as dependerá en gran medida la contención emocional que podáis ofrecer a vuestros/as hijos e hijas, quienes os necesitan cerca a pesar de lo que sus actos puedan parecer decir.

Conservar o recuperar la confianza en vosotros/as mismos, redefinir el estilo educativo que llevaréis a cabo o ser capaces de sobrellevar los errores que iréis cometiendo en la búsqueda del bienestar familiar son algunos de los aspectos que desde el Centro Hobetzen consideramos más relevantes.

 

ALGUNAS PAUTAS PARA CONJUGAR EN EL PRESENTE

Es primordial en los procesos de divorcio y separación no perder de vista la función primaria de socialización y protección de la familia. Para ello, desde el Centro Hobetzen creemos que siempre es positivo favorecer aspectos como:

  • Comunicaros a lo largo de todas las etapas con vuestros hijos e hijas ajustando la información, el contenido y el estilo al nivel de entendimiento acorde a su edad y desarrollo personal, con el fin de aclarar cualquier duda que les genere.
  • Con el objetivo de prevenir posibles estallidos violentos, prestar atención a otras áreas más allá de la familiar en la que puedan darse cambios: rendimiento escolar, relación con iguales, consumos…que os den una pista sobre su malestar.
  • Hacer prevalecer y respetar las necesidades emocionales de vuestros hijos e hijas que a menudo quedan relegadas por el enfrentamiento madre-padre. Para ello, como pista puede ser útil la pregunta ¿qué parte del divorcio puede estar resultando más complicada para mi hijo/a? en los que poder generar contextos de mayor seguridad.
  • Evitar en la medida de lo posible por muy adolescentes y “cuasi adultos” que les veáis, hacerles tomar partido por una de las partes implicadas en el conflicto. Ello incluye evitar las discusiones en su presencia, menospreciar su sufrimiento por el hecho de estar en una segunda línea de batalla o abdicar en el/la otro/a progenitor/a el cuidado y responsabilidad absoluto como muestra de vuestro malestar.

 

Queremos finalizar este post con un breve video reparador que a nuestro parecer refleja lo que muchos/as hijos e hijas que se encuentren en este momento en la posición de divorcio o separación de su madre-padre les gustaría poder llegar a decir con palabras, lejos de expresarlo mediante  golpes, insultos y actuaciones violentas que aíslan el dolor y sufrimiento que muchas familias atravesáis.